Leo fue adoptado por Esther siendo ya un yayete, grandote pero abuelete. Conoció lo que era vivir en una familia después de que fuese encontrado en muy mal estado vagando por las calles de un pueblo.
Todos estos años Esther le ha demostrado que hay humanos buenos que aman a los animales a pesar de su edad o su condición física. Mutuamente se ayudaron y vivieron felices hasta que hace poquito Leo cruzó el arcoiris.
Agradecer a su casa de acogida Montse y familia todos los cuidados, mimos y amor que le dieron hasta que se recuperó y conoció a Esther. Gracias a todos!