Además de ser de lo más molestas, las pulgas pueden suponer problemas de diversa gravedad al ser transmisores de más de una enfermedad a nuestras mascotas, ya sean gatos o perros. Somos conscientes de que la mayoría de vosotros trata el problema en seguida, pero nunca está de más enumerar las diversas complicaciones que puede ocasionar la presencia de pulgas…
Dipilidiosis
Este parásito, de elevada presencia en perros y gatos de España (y con posibilidades de contagiarse a humanos), afecta en su etapa madura al intestino delgado, pero las pulgas se encargan de transmitir la fase larvaria del mismo, haciendo de hospedadores intermediarios y yendo a afectar directamente el ano del animal. Por este motivo, nuestra mascota avisa de los primeros síntomas restregando sus posaderas por el suelo, intentando aliviar el prurito que se le haya podido ocasionar. Otra prueba, más evidente, es la presencia de proglotis (similares a los gusanos) en las heces, pelo, o lugares de descanso del animal. Se trata de una infección que puede tener complicaciones estomacales, diarrea e irritaciones severas, por lo que al menor síntoma conviene llevar a cabo una desparasitación tanto de animal, como del entorno, en caso de no haberse hecho antes; y si se confirma la presencia del parásito, se deberá llevar un control completo para evitar nuevas afecciones.
Infección por Rickettsia en el perro
Las Rickettsia rickettsii son una clase de bacterias que causan principalmente fiebres bastante altas, además de edemas, hiperemias, petequias, necrosis (tanto facial como en extremidades), hemorragias e incluso, en casos extremos, signos neurológicos. En definitiva, lo que se conoce como “fiebre de las montañas rocosas”. Se trata de una enfermedad que afecta principalmente a perros y humanos, especialmente difundida en el continente Americano. Sin embargo, en Europa existe un equivalente llamado R. conorii (provoca lo que se conoce como “fiebre botonosa del Mediterráneo”), aunque en este caso suele ser contagiada por vía de la garrapata. Una variante bastante difundida es la R. typhi, causante de tifus endémico, y cuyos síntomas más habituales son fiebres, cojera, anorexia, mialgias, dolor abdominal, vómitos y diarreas, etcétera. Sea como sea, se trata de una infección de rápida recuperación cuando es tratada a tiempo.